SALMO INVITATORIO.
SI HOY ESCUCHAIS SU VOZ
NO ENDUREZCAIS EL CORAZON. (bis)
1. Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la roca que nos salva.
Entremos en su presencia, dándole gracias,
aclamándolo con cantos y salmos.
2. Porque el Señor es un Dios grande,
más grande que todos los dioses:
suyo es el mar, suya es la tierra,
son suyas las cimas de los montes.
3. Ojalá, ojalá, escuchéis hoy su voz
y no endurezcáis el corazón,
como en Meribá, como el día de Masá
en el desierto.
Donde vuestros padres me pusieron a prueba
aunque habían visto mis obras
me obligaron a hacer su voluntad.
SALVA A TU PUEBLO.
- Ven a salvar tu pueblo,
¿cuándo lo harás, Señor?
Al pueblo, Dios, al pueblo,
pues hijos tuyos son.
Tú los trajiste a este mundo
y no los puedes olvidar;
pues sin Ti, perecerán:
¡Salva a tu pueblo!
- Han racionado el aire,
han secuestrado el sol;
los ricos tienen todo
menos nuestro dolor...
¡No! Dice el cielo.
¡No! Dice el mar.
Tanta injusticia ha de acabar,
cese el dolor, venga la paz:
¡Salva a tu pueblo!
- ¿Oh, Dios! Salva a tu pueblo
de todo este dolor,
al pueblo, Dios, al pueblo
pues hijos tuyos son.
Salva a tu pueblo de este dolor,
dale a tu pueblo libertad:
¡Sálvalo! ¡Sálvalo!
- Salva a tu pueblo
(Dios salva a tu pueblo). (4 veces)
VEN A SALVAR TU PUEBLO,
¿CUANDO LO HARAS, SEÑOR?
AL PUEBLO, DIOS, AL PUEBLO,
PUES HIJOS TUYOS SON.
Tú los trajiste a este mundo
y no los puedes olvidar;
pues sin Ti (¡Salva a tu pueblo!)
perecerán (¡Salva a tu pueblo!)
- Salva a tu pueblo
(Dios salva a tu pueblo). (ter)
- Uh, uh, uh...
(¡Salva a tu pueblo!) (4 veces)
Final: ¡Salva a tu pueblo!
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