TU, SEÑOR
1. Tú, Señor, cada mañana llamas a mi puerta
y me dices: «Ven».
Yo quiero seguirte con todas mis fuerzas,
que se haga tu voluntad.
Sabes que no tengo nada,
que soy muy débil y pecador.
Mi vida te ofrezco,
mis pies, mis manos,
te entrego mi corazón.
TU, SEÑOR, HAS TOMADO TODO LO QUE SOY,
ME SEDUCE TU EVANGELIO Y TU VERDAD,
TU AMOR Y TU AMISTAD.
TU, SEÑOR, ME HAS MOSTRADO UN MODO DE VIVIR,
UN CAMINO DE RENUNCIA Y CARIDAD,
CONTIGO SOY FELIZ.
2. Tú me has hecho un hombre nuevo,
un hombre libre, capaz de amar.
María me enseña a ser sencillo,
viviendo en fidelidad.
Tú me has puesto entre los hombres
como un testigo de tu verdad.
Ser sal de la tierra,
ser luz del mundo,
tu fuerza me bastará.
TU ERES SANTO.
- Tú eres Santo, Tú eres Santo, Santo, Señor,
Dios del amor y del universo.
Tú eres Santo, Tú eres Santo y estás en la flor
y en rayo de sol y en el alma del pueblo.
- Cantad, rocieros, su gloria,
gritemos: ¡Hosanna en el cielo!
- Y bendito el que viene en el nombre de Dios,
primer peregrino y romero.
Cantemos su gloria: ¡Hosanna en el cielo! (bis)
TU ERES EL DIOS QUE NOS SALVA.
1. Tú eres el Dios que nos salva,
la luz que nos ilumina
la mano que nos sostiene
y el techo que nos cobija. (bis)
TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR,
TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR. (bis)
2. Te damos gracias, Señor,
porque has depuesto la ira
y has detenido ante el pueblo
la mano que lo castiga. (bis)
3. Y sacaremos con gozo
del manantial de la vida
las aguas que dan al hombre
la fuerza que resucita. (bis)
4. Y entonces proclamaremos:
¡Cantadle con alegría!
¡El nombre de Dios es grande!
¡Su caridad infinita! (bis)
5. Que alabe al Señor la tierra,
contadle sus maravillas.
¡Que grande en medio del pueblo
el Dios que nos justifica! (bis)
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