miércoles, 20 de agosto de 2008

Zaquías y Sabiduría de Jesús. Confusión de Leví

Zaquías
XXX 1. Un maestro judío, llamado Zaquías, habiendo oído asegurar de Jesús que poseía una sabiduría más que eminente, concibió propósitos intemperantes e inconsiderados contra José, a quien dijo: ¿No quieres confiarme a tu hijo, para que lo instruya en la ciencia humana y en la religión? Pero bien veo que tú y María preferís vuestro hijo a las tradiciones de los ancianos del pueblo. Deberíais respetar más a los sacerdotes de la Sinagoga de Israel, y cuidar de que vuestro hijo compartiese con los otros niños una afección mutua, y de que se instruyese, al lado de ellos, en la doctrina judaica.
2. José respondió diciendo: ¿Y quién es el que podrá guardar e instruir a ese niño? Mas, si tú quieres hacerlo, nosotros no nos oponemos en modo alguno a que lo ilustres en todo aquello que los hombres enseñan. Habiendo oído Jesús las palabras de Zaquías, le respondió, y le dijo: Maestro de la ley, a un hombre como tú, le conviene parar en todo lo que acabas de decir y de nombrar. Yo soy extraño a vuestras instituciones, y estoy exento de vuestros tribunales, y no tengo padre según la carne. Cuanto a vosotros que leéis la Ley, y que os instruís en ella, debéis permanecer en ella. Aunque presumas de no tener igual en materia de ciencia, aprenderás de mí que ningún otro que yo puede enseñar las cosas de que has hablado. Y, cuando haya salido de la tierra, abolirá toda mención de la genealogía de tu raza. Tú, en efecto, ignoras de quién he nacido, y de dónde vengo. Pero yo os conozco a todos exactamente, y sé cuándo habéis nacido, y qué edad tenéis, y cuánto tiempo permaneceréis en este mundo.
3. Entonces cuantos habían oído estas palabras quedaron asombrados, y exclamaron: He aquí un verdaderamente grande y admirable misterio. Nunca hemos oído nada semejante. Nada de este género ha sido dicho por otro, ni por los profetas, ni por los fariseos, ni nunca tal se ha oído. Nosotros sabemos dónde él ha nacido, y que tiene cinco años apenas. ¿De dónde viene que pronuncie esas palabras? Los fariseos respondieron: Jamás oímos a un niño tan pequeño pronunciar tales palabras.
4. Y Jesús, contestándoles, dijo: ¿Os sorprende oír a un niño pronunciar tales palabras? ¿Por qué, pues, no dais fe a lo que os he dicho? Y puesto que, cuando yo os he dicho que sé cuándo habéis nacido, os habéis asombrado, os diré más, para que os asombráis más aún. Yo he tratado a Abraham, a quien vosotros llamáis vuestro padre, y le he hablado, y él me ha visto. Oyendo estas palabras, todos callaban, y nadie osaba hablar. Y Jesús les dijo: He estado entre vosotros con los niños, y no me habéis conocido. Os he hablado como a sabios, y no me habéis comprendido, porque, en realidad, sois más jóvenes que yo, y además, no tenéis fe.
Sabiduría de Jesús. Confusión de Leví
XXXI 1. Otra vez el maestro Zaquías, doctor de la Ley, dijo a José y María: Dadme al niño, y lo confiará al maestro Leví, que le enseñará las letras, y lo instruirá. Entonces José y María, acariciando a Jesús, lo condujeron a la escuela, para que fuese instruido por el viejo Leví. Jesús, luego que entró, guardaba silencio. Y el maestro Leví, nombrando una letra a Jesús, y comenzando por la primera, Aleph, le dijo: Responde. Pero Jesús calló, y no respondió nada. Entonces el maestro, irritado, cogió una vara, y le pegó en la cabeza.
2. Pero Jesús dijo al profesor: Sabe, en verdad, que el que es golpeado instruye al que le pega, en vez de ser instruido por él. Pero todos los que estudian y que escuchan son como un bronce sonoro o como un címbalo resonante, y les falta el sentido y la inteligencia de las cosas significadas por su sonido. Y, continuando Jesús, dijo a Zaquías: Toda letra, desde la Aleph a la Thau, se distingue por su disposición. Dime, pues, primero lo que es Thau, y te diré lo que es Aleph. Y aún dijo Jesús: Hipócritas, ¿cómo los que no conocen lo que es Aleph podrán decir Thau? Di primero lo que es Aleph, y te creerá cuando digas Beth. Y Jesús se puso a preguntar el nombre de cada letra, y dijo: Diga el maestro de la Ley lo que es la primera letra, o por qué tiene numerosos triángulos, graduados, agudos, etc. Cuando Leví lo oyó hablar así del orden y disposición de las letras, quedó estupefacto.
3. Entonces comenzó a gritar ante todos, y a decir: ¿Es que este niño debe vivir sobre la tierra? Merece, por el contrario, ser elevado en una gran cruz. Porque puede apagar el fuego, y burlarse de otros tormentos. Pienso que existía antes del cataclismo, y que ha nacido antes del diluvio. ¿Qué entrañas lo han llevado? ¿Qué madre lo ha puesto en el mundo? ¿Qué seno lo ha amamantado? Me arredro ante él, por no poder sostener la palabra que sale de su boca. Mi corazón se asombra de oír tales palabras, y pienso que a ningún hombre es dable comprenderlas, a menos que Dios no esté con él. Y ahora, desgraciado de mí, he quedado entregado a sus burlas. Ahora que creía tener un discípulo, he encontrado un maestro, sin saberlo. ¿Qué diré? No puedo sostener las palabras de este niño, y huirá de esta ciudad, porque no puedo comprenderlo. Viejo soy, y he sido vencido por un niño. No puedo encontrar ni el principio ni el fin de lo que afirma. Os digo, en verdad, y no miento, que, a mis ojos, este niño, juzgando por sus primeras palabras y por el fin de su intención, no parece tener nada de común con los hombres. No sé si es un hechicero o un dios, o si un ángel de Dios había en él. Lo que es, de dónde viene, lo que llegará a ser, lo ignoro.
4. Entonces Jesús, con aire satisfecho, le sonrió, y dijo en tono imperioso a los hijos de Israel, que estaban presentes, y que lo escuchaban: Los estériles sean fecundos, los ciegos vean, los cojos anden derechos, los pobres tengan bienes, y los muertos resuciten, para que cada uno vuelva a su estado primero, y viva en aquel que es la raíz de la vida y de la dulzura perpetua. Y, cuando el niño Jesús hubo dicho esto, todos los que estaban aquejados de enfermedades fueron curados. Y nadie osaba ya decirle nada, ni oír nada de él.

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