miércoles, 20 de agosto de 2008

Castigo de los hijos de Satán

Castigo de los hijos de Satán
XXIX 1. Entonces José se espantó, y llevó a Jesús y a su madre a casa.
2. Y he aquí que un niño, también agente de iniquidad, corriendo a su encuentro, se arrojó sobre un hombro de Jesús, por burlarse de él, o por hacerle daño, si podía. Pero Jesús le dijo: No volverás sano y salvo del camino que haces. Y en seguida el niño feneció. Y los padres del muerto, que habían visto lo que pasara, dieron gritos, diciendo: ¿Dónde ha nacido ese niño? Manifiesta que toda palabra que dice es verdadera, y aun a menudo se cumple antes de que la pronuncie. Y se acercaron a José, y le dijeron: Conduce a Jesús fuera de aquí, porque no puede habitar con nosotros en esta población. O, a lo menos, enséñale a bendecir, y no a maldecir. Y José fue a Jesús y le dijo: ¿Por qué obras así? Muchos tienen ya quejas de ti, y nos odian por tu causa, y por ti sufrimos vejaciones de las gentes. Mas Jesús, respondiendo a José, dijo: No hay más hijo prudente que aquel a quien su padre ha instruido siguiendo la ciencia de este tiempo, y la maldición de su padre no daña a nadie, sino a los que hacen el mal.
3. Entonces las gentes se amotinaron contra Jesús, y lo acusaron ante su padre. Y, cuando José vio aquello, se asustó mucho, temiendo un acceso de violencia y una sedición en el pueblo de Israel. En aquel momento, Jesús tomó por la oreja al niño que había muerto, y lo alzó de tierra en presencia de todos. Y se vio entonces a Jesús conversar con él, como un padre con su hijo. Y el espíritu del niño volvió en sí, y se reanimó, y todos quedaron llenos de sorpresa.

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